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Barcelona Noviembre – Diciembre 2007
Algo da vueltas por allí
Por alguna razón la práctica del dibujo nos aproxima de inmediato a ideas de velocidad, de urgente proximidad, de aparición súbita. Ideas en estado de ebullición, o incertidumbre, fuertes presunciones, muy dubitativas, y visiones muy inseguras de su propia condición.
Finalmente: atisbos.
Atisbos en el ángulo más esquivo de la mirada, atisbos que pueden sorprendernos al cruzar la calle o al mirar una vidriera, al no mirar nada , no haciendo nada;
cuando los ojos están abiertos, o están cerrados, entrecerrados, cuando soñamos despiertos. Atisbos paranoides, probablemente. Atisbos que sólo emergen con malicia, como preparados desde siempre a demoler la pared que enfrentan, lo consistente, lo que tiene contorno fijo y un lugar claro en nuestros hábitos.
Como cuando algo ya muy dicho, instaurado (por ejemplo: cubo blanco) es sólo una manera de ocultar a la vista lo poco que vemos. Porque en otro ángulo (del ojo?) sabemos que sólo vemos sobreentendidos, perdiéndonos la experiencia de caer en las trampas y sobresaltos que palabras, imágenes, recuerdos, o sombras y fantasmas ( más todas sus posibles representaciones, asociaciones, inducciones y derivaciones) reservan como premio al que se anima a cruzar el espejo.
Un juego que recordamos para recordar que inestabilidad e imprecisión, incomplitud o ambigüedad son siempre ( casi siempre?) lo más preciso que cualquier lenguaje puede comentarnos del mundo que no conocemos, y sabemos cerca.
Como el dibujo en los dibujos de Patricio Gil Flood.
Tulio de Sagastizábal.
Buenos Aires, octubre de 2007.
Finalmente: atisbos.
Atisbos en el ángulo más esquivo de la mirada, atisbos que pueden sorprendernos al cruzar la calle o al mirar una vidriera, al no mirar nada , no haciendo nada;
cuando los ojos están abiertos, o están cerrados, entrecerrados, cuando soñamos despiertos. Atisbos paranoides, probablemente. Atisbos que sólo emergen con malicia, como preparados desde siempre a demoler la pared que enfrentan, lo consistente, lo que tiene contorno fijo y un lugar claro en nuestros hábitos.
Como cuando algo ya muy dicho, instaurado (por ejemplo: cubo blanco) es sólo una manera de ocultar a la vista lo poco que vemos. Porque en otro ángulo (del ojo?) sabemos que sólo vemos sobreentendidos, perdiéndonos la experiencia de caer en las trampas y sobresaltos que palabras, imágenes, recuerdos, o sombras y fantasmas ( más todas sus posibles representaciones, asociaciones, inducciones y derivaciones) reservan como premio al que se anima a cruzar el espejo.
Un juego que recordamos para recordar que inestabilidad e imprecisión, incomplitud o ambigüedad son siempre ( casi siempre?) lo más preciso que cualquier lenguaje puede comentarnos del mundo que no conocemos, y sabemos cerca.
Como el dibujo en los dibujos de Patricio Gil Flood.
Tulio de Sagastizábal.
Buenos Aires, octubre de 2007.